Una historia de rabiosa actualidad, sacada de la vida
Rafael, el protagonista de El hijo de la novia, ve que su madre, incapaz de reconocerle, es un fantasma que ya no recuerda nada. Y Rafael mismo no es sino otro fantasma tras el de su madre. Tal vez esta imagen resuma una historia nacida de una experiencia personal del propio Campanella, y que integra también la de la actriz María Cánepa, que a sus 85 años, con Alzheimer, se casó por la Iglesia tras 28 años de convivencia. Con estos elementos se construye una obra conmovedora sobre la necesidad de sobrevivir, la crítica a la falta de compromiso, y la búsqueda de los sueños.
Hay quien cree que el estrés lo padecen ejecutivos de alto nivel. Nadie se acuerda de que el estrés cotidiano es cosa de gente normal (y más en una situación como la presente). Casi todos luchamos, nos preocupamos, y vivimos estresados, sufriendo en nuestra vida personal las consecuencias de la crisis. En El hijo de la novia se presenta, entre el drama y la comedia, simplemente, un trozo de esa vida, en una sociedad en ruinas, donde hay que volver a encontrar la fuerza para sobrevivir y amar a pesar de todo.
Y de paso reflexionar sobre cómo la vida y la felicidad consisten en tomar los problemas de los demás como propios y no en el desencanto. Aunque a veces, equivocadamente, nos parezca la única salida.