Una obra no tanto sobre el negocio del cine como del negocio de la vida
La vida de un apacible y pequeño pueblo de la «Euskal Herria profunda» se ve alterada por un cúmulo de situaciones delirantes, generadas por la llegada de una productora de cine que se propone filmar una película de gran presupuesto. La producción cinematográfica busca ante todo captar el «sabor autóctono vasco» (originalmente retrataba el rodaje en un pueblecito irlandés).
A raíz de la llegada del equipo de producción se genera una serie de situaciones delirantes y divertidas, vistas a través de los ojos de dos de los figurantes de la película, que harán que la vida del pueblo cambie por completo. Estos dos extras, los dos protagonistas de la historia, son dos hombres sencillos que serían capaces de vender su alma al diablo por ser famosos.
A través de la galería de personajes en que estos dos seudoactores se desdoblan (cerca de una veintena), situación tras situación, nos muestran no sólo cómo afecta el mundo del cine y las apariencias a las personas sencillas (eso que se llama «el pueblo»), sino sobre todo las jerarquías que se establecen en la sociedad en que vivimos y cómo se trata a cada quién en función de ellas.
En definitiva, la obra habla no tanto del negocio del cine como del negocio de la vida, y de cómo afecta la necesidad de sobrevivir a la dignidad y a los sueños de la gente.